En esta entrada hablaré de algo molesto, pero necesario. Veamos:
Todos tenemos un retrete cerca. Y cuando tenemos un hijo nos apresuramos a comprar orinales o un adaptador para que los y las niñas de diferentes edades puedan usar el retrete familiar.
Sin embargo, cuando tenemos un perro, sus residuos llenan las calles. Incluso las personas cívicas que recogen pacientemente los excrementos con una bolsa o pala (un invento práctico que casi nadie usa) dejan olorosos manchurrones en la vía pública.
¡Y pobre animal, esperando con ansia que alguien se decida a sacarlo de paseo, y defecando con vergüenza (si, basta con mirar sus ojos para darse cuenta) en contra de sus instintos, delante de extraños y sin poder echar tierra para taparlo, rascando en vano con sus uñas sobre la acera!
Nunca he entendido por qué el perro (ni siquiera el gato) es el único miembro de la familia que recibe este castigo. Y lo soporta con estoicismo.
Bien, todo eso se evitaría si usara un recipiente adecuado con una bolsa incorporada que se pudiera lanzar limpiamente al retrete. El diseño es simple, cualquiera puede realizarlo y comercializarlo.
Seamos civilizados de una vez y de verdad.
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