Quizá un día para construir un edificio se empiece por dibujar un plano en 3D en un ordenador o tablet, para luego proyectar el resultado en forma de campos de energía a tamaño real. Cada pared llevaría codificado un nivel de vibración, un peso atómico, una fórmula molecular. Sería un armazón energético del edificio.
Luego, unas 'hormigoneras' diferentes inyectarían las moléculas del material elegido sobre los campos de energía, la matriz invisible y electromagnéticoquímica (o quien sabe qué) donde se fijarían las moléculas y adquirirían consistencia. Una vez fijadas, serían sus propias cualidades moleculares las que sostendrían el armazón y capa a capa, se iría materializando la estructura.
De esta forma, no sólo edificios, sino naves espaciales, habitáculos marcianos, estaciones orbitales, se irían materializando con un grado de solidez nunca antes imaginado. Radiofrecuencias dotarían de cualidades eléctromagnéticas y, seguramente, gravitatorias, mucho más potentes que por los medios tradicionales. Las moléculas se incrustarían mucho más firmemente.
La superestructura se podría mantener, seguramente, para dotar de mayor consistencia al edificio o nave.
Cuando esto fuera posible, también serviría para materializar todo tipo de objetos y utensilios, según la idea de Mr. Arthur Clarke en uno de sus libros de divulgación. Estoy tratando de recordar el título, pero no lo consigo, y en su bibliografía no aparece. Quizá sea Perfiles del Futuro, aunque no lo leí con ese nombre (¡Ah, era 'Secretos del Futuro'!). En fin, decía él que habría algún día un sintetizador molecular capaz de construir cualquier objeto del que conociésemos su estructura, molécula a molécula mediante una especie de impresoras en 3D, eso tan de moda, pero que inyectasen moléculas en lugar de plásticos.
Quién sabe ("¡Qué sabe nadieeee!")
(Típica cuadrilla de encofradoras siglo XXV. :) en realidad son las cazafantasmas 2016)